No tiene tanto nombre como otros
equipos, ni tampoco goza del cartel de grande de Europa (aún), pero el Borussia
Dortmund está haciendo méritos más que suficientes para ser tenido en cuenta en
las quinielas para alzarse con la Champions. Seguramente
influya en su discreción el hecho de que sus mejores jugadores aún no posean el
estatus de estrellas, y puede que hacer poco ruido sea una estrategia óptima
para alcanzar la gloria.
Ayer en Málaga el conjunto de Jürgen
Klopp volvió a dejar claro que tiene armas para tumbar a cualquiera. Empezando
por su delantero centro, Lewandowski. En la actualidad, uno de los atacantes más
completos del continente y al que ayer sólo le faltó el gol para dibujar una
noche redonda. Es la cabeza visible de una línea atacante que mueve el balón a
una velocidad vertiginosa. Junto al polaco, Reus, Gündogan y Götze, sobre todo,
ponen el talento y la movilidad que se han convertido en la seña de identidad
del conjunto alemán, que ayer atemorizó a las 30.000 almas que abarrotaron La Rosaleda con una goleada
durante los primeros 40 minutos. Especial mención merece el último de esos
tres, Mario Götze, un jovencito cuyo rostro dibuja dosis perfectas de inocencia
y chulería a partes iguales, y que daría el pego siendo Zack en ‘Salvados por la Campana’, y que va camino
de convertirse en un futbolista dominante durante la próxima década.
No fue la campana lo que salvó ayer
al Málaga de una derrota dolorosa. Suerte para los andaluces que disfrutan de
una de las mejores garantías bajo palos que juegan ahora mismo en Europa, o así
lo demuestra su rendimiento en lo que llevamos de temporada. Caballero se
multiplicó para frenar con eficacia a los puñales alemanes. El entramado
defensivo malacitano, a pesar de ofrecer un buen nivel, se vio en ocasiones
desbordado por el torrente germano, por el que el agua discurría con una fuerza
inusitada. El cuarteto formado por el meta argentino, Demichelis, Welington y
Toulalan mantuvo al equipo de Pellegrini con vida en la eliminatoria y permitió,
una vez que el físico de los alemanes se resintió, que los delanteros
blanquiazules disfrutaran de ocasiones para hacer algún gol con el que fortalecer el dique que tendrán que construir la próxima
semana en el partido de vuelta. El mediocentro francés estuvo sobresaliente en
la recuperación, todo ‘un ladrón de pelo blanco’.
La Rosaleda se merece otro partido
más. El contagioso cántico de “¡Sí, se puede!” que entonó el público presente
en el fortín malaguista y la
extraordinaria atmósfera creada en torno a dicho grito alentador fue, sin duda,
un impulso para los futbolistas dirigidos por Manuel Pellegrini. El Signal
Iduna Park (el que todos conocemos como Westfalenstadion) es un escenario
propio de una gesta mayúscula por parte de un equipo para el que estar en esta
ronda de cuartos ya es un logro gigante. No obstante, la ambición no cuesta, y
un gol del Málaga en Alemania significaría un mundo para el Dortmund. Valen la
victoria y el empate con goles, ¿acaso no es lícito prolongar el sueño europeo?
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