Son terrenales. Ocho partidos oficiales después, el FC
Barcelona volvió a conceder un empate. Lo hizo ante un valiente Málaga, que
supo presionar al equipo blaugrana en la salida del balón y aguantar con
pundonor las acometidas de su rival. Solo el equipo andaluz y el Real Madrid
han sido capaces de no naufragar en territorio azulgrana.
Caprichos de entrenador. La frivolidad de dejar en el banquillo a los mejores
porteros del mundo (Valdés-Casillas) en favor de otros de un nivel vulgar (Pinto-Adán), dio como resultado el
primer gol del Málaga. En su afán por no prostituir el estilo del Barça,
Pinto cedió un balón al centro de la defensa hacia un desprevenido Thiago que
no supo mantenerlo y lo perdió ante Iturra, que no perdonó su osadía al portero
andaluz.
Fue en ese momento cuando el voraz Messi exigió ser
protagonista. Cuatro balones de oro no son suficiente. Calzando unas botas de
una horterada solo a la altura de la grandeza de lo que representan, decidió que el partido no
podía continuar así. Enfadado, cogió el balón a setenta metros de la portería
contraria y se fue con decisión hacia delante pegado a la línea de banda. Tras
ganar dos rebotes, perdió el balón ante Welington pero no renunció a él en
ningún momento. Pareció abusar del brasileño cuando le robó la cartera y se
plantó ante Carlos Kameni, al que batió con un disparo con rosca ajustado al
poste.
Solo un minuto después llegó el gol de Puyol, que con un asombroso
escorzo cabeceó de espaldas un balón que acabó en la escuadra malaguista. Dos
minutos duró la sorpresa en el Camp Nou antes de que las aguas volvieran a su
cauce.
Tras la remontada, el Barcelona pareció levantar el pie del
acelerador, pero Iniesta siguió escribiendo las mejores líneas del encuentro.
Su idilio con la línea de fondo es ya legendario. Alexis Sánchez volvió a demostrar que su
representante merece un monumento y Thiago evidenció que aún le queda mucho por
aprender para no desentonar en este Barça. Técnica le sobra, pero a menudo se
equivoca en la toma de decisiones. Debe aprender a simplificar su juego.
El Málaga supo ir de menos a más y terminó el partido
presionando en el área rival. Fruto de este acoso llegó el definitivo gol del
empate en el minuto 89. Un centro magnífico de Duda dio con un Camacho libre de
marca en el segundo palo que fusiló a Pinto. Empate y todo se decidirá en la
vuelta.
Especialmente bien estuvo Iturra, que se hartó de robar balones, y por fin Buonanotte fue algo parecido a lo que se espera de él. Sin embargo, no pudimos ver de corto a Isco. Quién sabe qué habría pasado con el malagueño sobre el césped. Incomprensiblemente, Pellegrini decidió darle descanso el día en que tendría que haber sido más Golden Boy que nunca. Caprichos de entrenador.
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