Es uno de los máximos exponentes del
juego del Madrid de Mourinho y ayer demostró ser uno de los futbolistas más
importantes del equipo (otra vez). Ángel Di María bordó 45 minutos de buen
juego en Mestalla desplegando toda su rapidez, verticalidad y visión de juego
para destrozar a un Valencia errático, débil e inofensivo, cuyos defensas
vieron cómo los delanteros del Madrid les rebasaban una y otra vez durante el
primer tiempo.
No es coincidencia que, con la
vuelta de la mejor versión de Di María, el Madrid realizara la mejor primera
parte de lo que llevamos de temporada. El argentino es una de las claves de un
equipo que basa su fútbol en el contraataque. El juego directo de Mou le viene
como anillo al dedo a jugadores como Özil, Cristiano Ronaldo y Di María, ya que
cualquiera de ellos puede asistir en última instancia o finalizar el
contraataque de la manera más eficaz.
Con Cristiano y sus goles al margen, Di María es el hombre más
importante del Madrid a la hora de practicar el fútbol que llevó al Madrid a
ganar la Liga BBVA
el año pasado. Su movilidad, pegada y capacidad para dar el último pase le
convierten en el jugador más desequilibrante del conjunto madridista por detrás
del portugués. Dicha importancia hace aún más flagrante la media temporada
perdida por el menudo extremo argentino, cuya irregularidad ha sido un
quebradero de cabeza para Mou en estos primeros meses de competición. Los
toques de atención en forma de suplencias parecen haber puesto las pilas al Fideo,
el cual no parece darse cuenta de su trascendencia en el juego del equipo. Esto,
unido a su tendencia a derrumbarse al sentir el más mínimo soplido, me lleva a
pensar que su talento futbolístico va mucho más allá de su inteligencia dentro
del campo, y seguramente sea uno de los máximos responsables de que el Madrid esté 15 puntos por detrás del líder de la competición. A Mou le queda mucho trabajo con Di María si quiere que su Madrid
pueda optar a algún título esta campaña.
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